Por Patricia L. García Fernández
¡Frío
crónico! No es un truco, es CIENCIA. Sigue leyendo y te
contaremos cómo.
(Imagen original de vadimpl -
http://vadimpl.ru/rus/krya/php/20040713_016.htm, FAL,https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=213733)
No desesperes, ya llegamos
al frío, porque aquí entra la célula estrella. El tejido encargado del
almacenaje y consumo de grasas es el tejido graso blanco. Pero también existe
un tejido graso pardo que funciona
de manera ligeramente diferente. Este
tejido graso pardo está preparado para adaptarse al frío. Genera calor abriendo
un canal en la membrana, lo que disminuye
la diferencia de protones entre un lado y el otro. Al disminuir esta
diferencia, la producción de energía no es eficiente y se necesita consumir muchas más grasas para producir la cantidad de
energía que el cuerpo necesita, además de producir calor.
Para que me entendáis, sería
como si le hiciéramos grietas a la presa de la central hidroeléctrica, el agua
se saldría por ellas y sería necesaria mucha lluvia para volver a llenarla. Lo
mismo ocurre con las grasas.
Desgraciadamente, la
evolución nos ha jugado una mala pasada y este tejido se ha ido perdiendo del
cuerpo, de manera que en edad adulta no queda prácticamente nada. Pero hay una
solución. Al ser un tejido preparado para responder al frío se ha visto que un
poco de frío crónico es capaz de oscurecer el tejido graso blanco
convirtiéndolo en beige, con
propiedades similares al pardo.
Por eso, si quieres bajar
de peso, baja dos grados el termostato.
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