Por Leticia Lucero López
“Cuando escucho hablar del gato de Schrödinger, saco la pistola”. – Stephen Hawking
Una actividad tan sencilla
como jugar al parchís resulta toda una paradoja para un físico cuántico. ¿Pero
no me ibas a hablar de un gato? Sí, pero antes vamos a darle un poco al
parchís.
De pequeña era una “crack”
jugando: siempre cogía la ficha azul y era el ama del cotarro. Ya, ya sé que
tiene muy poca estrategia, pero a veces “mola” alardear de uno mismo… Pero
vamos al tema.
Recuerdo cuando metía el
dado en el cubilete, lo agitaba y lo ponía boca abajo unos segundos para darle
dramatismo al asunto antes de levantarlo y ver el resultado. ¡Ostras,
cómo molaba que saliese un seis! Obviamente,
si te preguntase si el dado tenía el seis cara arriba antes de levantar el
cubilete me habrías dicho que sí…, que menuda chorrada. ¡Pero
para un físico cuántico esto no es así! Un físico diría que el seis sale
justo cuando miras al dado “¡¡¡Cómo!!!” Pues porque todas las caras ocurren al
mismo tiempo cuando el cubilete está boca abajo y solo quedará una al
levantarlo para mirar el resultado. Me estás tomando el pelo, ¿no? Si no me
crees, vamos con lo del gato.
Schrödinger’s cat (2017).
Philosophical explorations.
Resulta que Schrödinger
era un físico que en 1935 hipotetizó, de una manera un poco sádica, un
experimento en el que encerraba a su gato en una caja opaca junto a un frasco
de cristal con veneno conectado a dos vías de un circuito que se unían en una
bifurcación. A través de esta ruta se lanzó una partícula muuuuuy pequeña, una
partícula a, para los lectores de
matrícula. Cuando la partícula seguía la vía derecha, el frasco se rompía y el
gato moría; cuando seguía el camino de la izquierda, el frasco no se rompía y
el gato vivía. Pero como la cuántica es muy “guay”, la partícula tomaría ambas
rutas, de modo que el gato quedaría vivo y muerto a la vez hasta que se abriese
la caja, momento en que se produciría un “colapso” y sólo quedaría una opción. Ésto
suena como si a Schrödinger le gustase experimentar con sustancias
psicotrópicas…. ¡Pero es que lo mejor es que su paradoja ha
sido demostrada! ¡Que sí, créeme!
Schrödinger lo decidió
demostrar con un experimento sencillisimo (instrumentalmente hablando), en el
que probó que una de estas partículas llegaba a tomar los dos caminos a la vez,
siempre y cuando ningún humano cotilla decidiese medirla. O sea, ¿que yo podría
estar en dos sitios a la vez en un mundo cuántico? Pues sí; de hecho los
físicos piensan que esto podría llegar a explicar la presencia de otras
dimensiones, a parte de las tres que ya conocemos, en las que el resto de caras de
nuestro dado habrían salido. Ciertamente esta hipótesis sale cara en universos.
Y todo esto, damas y caballeros,
es física cuántica, ciencia que ha permitido el desarrollo de sistemas de
computación, televisores y aparatos de biomedicina, entre muchas otras cosas. Aunque
lo más alucinante sería el llegar a probar la existencia de otras dimensiones o
el hacer cosas tan increíbles como viajes en el tiempo o excursiones a otras
galaxias, hazañas que a día de hoy aún nos suenan a ciencia ficción. ¿A que
resulta impresionante?
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