Por Diego García
"Después de todo, cuando estás
enamorado, quieres contarlo a todo el mundo. Por eso, la idea de que los
científicos no hablen en público de la ciencia me parece aberrante." – Carl Sagan
Estudiante.- Lo
que ponía en el DNI de nuestros padres en sus etapas
formativas. Estudiar.- A lo que nos dedicamos nosotros aunque ya no
lo ponga. Salvando el hecho de que aprendemos a lo largo de toda nuestra vida y
de que en ciencia no hay un momento en el que digas “¡Ya he acabado de
estudiar!”, porque te quedarías obsoleto, la realidad es que nuestra vida de
estudiante sí está socialmente localizada. Estudiar en el “cole”, en
la “uni”; estudiar/hacer un máster, un doctorado y… ¡ea!, a investigar. ¿No?
No, no solo hay que estudiar e
investigar. También tenemos que saber contarlo a los demás: hay que aprender
a divulgar. Hoy por hoy, el conocimiento no se debe quedar en los lugares
en los que se origina; el conocimiento debe ser divulgado. Y estas habilidades
de divulgación no son algo que se aprendan solo en el “cole” o en la “uni”. Se
van aprendiendo según vas atreviéndote a hablar en público, a publicar posts en blogs, etc.
Y, aparte de divertido, es algo que devuelves a la sociedad desde la
seguridad que otorga el ser conocedor del tema del que decides hablar.“Que si para la literatura y
la historia sobran eruditos y comentadores, (…) para la austera disciplina
científica el reivindicador debe ser sabio y erudito”. (Reglas y consejos sobre
investigación científica. Santiago Ramón y Cajal).
En la
sociedad actual es muy fácil el acceso a datos y contenidos sobre cualquier
tema. En esta situación, la divulgación científica aporta información veraz, elaborada, contrastada,
actualizada y, sobre todo, aporta pensamiento crítico.
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