Por Irene Aranda Pardos
El cáncer se
trata, desgraciadamente, de una enfermedad con gran incidencia entre la
población, siendo la segunda causa de muerte en la actualidad. Además, está aumentando en los últimos años, y se
estima que pasará a ser la principal
causa de muerte en los países desarrollados a lo largo del siglo XXI. Por
tanto, cada vez es mayor la conciencia que se tiene de la necesidad de luchar
contra esta enfermedad y de conocer mejor su origen y desarrollo, para mejorar
la lucha.
Los
tratamientos actuales más frecuentes, cirugía, quimioterapia y radioterapia no son
los únicos posibles. En los últimos años se ha ampliado el estudio de una
terapia basada en el uso del sistema inmunitario (inmunoterapia) para atacar las células cancerosas y atajar así la
enfermedad. En esta terapia se utiliza la capacidad natural del sistema
inmunitario para detectar y destruir aquellas células dañadas o anormales. Sin
embargo, no es oro todo lo que reluce, y son varios los cánceres capaces de
evitar ser detectados por el sistema inmunitario, por lo que queda mucho camino
por recorrer.
El estudio de
la inmunoterapia se remonta a finales del siglo XIX, principios del XX, por el
que podemos llamar “el padre de la inmunología cancerígena”: William Coley. Comenzó a interesarse
por el papel del sistema inmunitario en el cáncer al ver la remisión producida
en un paciente tras tener erisipela, una infección bacteriana producida
fundamentalmente por Streptococcus
pyogenes, que activa fuertemente el sistema inmunitario. De hecho, otros
médicos e investigadores habían descrito con anterioridad casos similares. Sabiendo
esto, inyectó bacterias en la zona del tumor de un paciente de cáncer en muy
avanzado estado, al que le daban poco tiempo de vida, induciendo la remisión
del tumor y prolongando su vida ocho años más. Esto llevó a un progreso en sus
investigaciones que, sin embargo, posteriormente quedaron relegadas al
desarrollarse métodos mucho más agresivos, pero también más eficaces, como la
quimioterapia y radioterapia. No obstante, sentó un precedente para todos
aquellos que siguen dedicándose hoy en día al estudio de esta terapia, habiendo
avanzado mucho en los últimos años.
La
inmunoterapia, o terapia biológica, se basa actualmente en la utilización de
las células del sistema inmunitario para la eliminación de las células tumorales.
Para esto, se necesitan una serie de “señales”, llamadas citocinas, que
permiten el correcto funcionamiento y activación de dichas células inmunitarias,
siendo capaces de “marcar” a aquellas células cancerosas que, de otra manera, consiguen
esconderse del sistema inmunológico y pasar desapercibidas.
No obstante, esta
terapia no puede utilizarse aún con todos los pacientes, aunque hay líneas de
investigación abiertas con ensayos preclínicos y clínicos, sobre sus efectos
secundarios y reacciones adversas, quedando aún un largo camino por recorrer.
¿Puede llegar a
ser una alternativa de las terapias actuales? Aunque aún no lo sabemos, su estudio
está en un momento clave y que hay resultados esperanzadores sobre su uso como terapia
personalizada en función de la necesidad de cada paciente.