Por Irene Aranda Pardos
La
lucha contra la malaria es, sin duda, una carrera de fondo con todavía muchos
frentes abiertos. Para entender mejor cómo los nuevos avances pueden ayudar en
el futuro a combatir esta enfermedad, es necesario conocer algunos datos de los
que, probablemente, no somos conscientes. La malaria, también conocida
como paludismo, es una enfermedad parasitaria producida por la transmisión de Plasmodium
por parte de mosquitos anopheles portadores del mismo. Plasmodium
infecta células sanguíneas (eritrocitos) y hepáticas (hepatocitos), pudiendo
llegar a ser letal. De hecho, cuesta la vida a más de 400.000 personas al año,
el 92% de ellas en África. Gracias a las medidas de prevención y control se
está ya produciendo una reducción de las tasas de mortalidad en todo el mundo
desde 2010. Pero la lucha no termina aquí, la batalla continua.
Los
niños menores de 5 años, pertenecientes a las zonas endémicas, son los mayormente
expuestos a contraer la enfermedad, con una mortalidad muy elevada. Por ello,
la búsqueda de una vacuna no ha cesado en los últimos años, pudiendose haber
encontrado, por fin, algo de luz. La Organización Mundial de la Salud comunicó
hace tan solo unas semanas que una vacuna contra la malaria será probada en
tres países africanos (Ghana, Kenia y Malawi). Se prevé la inoculación de
casi 400.000 niños, de entre 5 y 17 meses, entre los años 2018 y 2020. Se trata
tan solo de un programa piloto tras el éxito de los ensayos realizados en los
últimos años, pero es sin duda una buena oportunidad para evaluar su
efectividad y viabilidad en poblaciones en riesgo.
Esta
vacuna, RTS.S, proveería una protección parcial a todos aquellos niños,
siendo suplementada con los métodos de prevención y tratamiento actualmente usados,
como son las mosquiteras o los antipalúdicos, ayudando así a que disminuyan las
infecciones producidas fundamentalmente por Plasmodium falciparum, el
parásito más mortal globalmente y el más extendido en África.
¿Conseguirá
esta vacuna, por tanto, ganarle la batalla a esta terrible enfermedad?
Desgraciadamente, es algo que se escapa a nuestro conocimiento, pero sí que se
trata de una oportunidad muy esperanzadora para todas aquellas personas que
conviven con ella y que ven cómo acaba con vidas de personas. Aún le queda mucho camino por recorrer, pero esperemos
que, en unos pocos años, podamos escribir un título diferente para esta entrada;
uno que incluya que se ha llegado al “fin de la lucha”.
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