Por Pablo Iturbe Sanz
Estamos
en primavera y eso significa que el verano está a la vuelta de la esquina. En
esta época del año es cuando los gimnasios hacen su particular agosto.
Avalanchas de personas que quieren tener un cuerpo digno de enseñar cuando se
vayan de vacaciones a la playa se enrolan en los centros deportivos. Además, en
los últimos años han tenido una gran repercusión las denominadas “dietas milagro”.
Estos regímenes de comidas extremos nos prometen perder esos “kilitos de más“
en apenas unas semanas. Así, podremos lucir “tipín” cuando paseemos por la
playa o cuando tomemos sol en la piscina de nuestra urbanización. Aunque esto
parezca muy tentador, algunas veces no somos conscientes de los graves
problemas de salud que pueden acarrear estas dietas. Cabe destacar, además, que
no existen pruebas científicas que indiquen que estas dietas pueden ser una
buena elección a la hora de perder peso.
Hay
más de 60 tipos de dietas milagro y cada una tiene su propio método. Entre
ellas están las dietas que se conocen como hipocalóricas desequilibradas. Estas
se caracterizan por un bajo contenido de energía obtenido de un consumo de
alimentos poco variado, que pueden derivar en carencias de determinados
nutrientes. Muchas de estas dietas tienen nombre propio (para que puedan ser
reconocidas más fácilmente y ser más populares). Una de estas dietas de
contenido bajo en energía es la “Dieta Mayo”, que no tiene nada que ver con las
clínicas de estética. Esta se caracteriza por ser muy baja en calorías (aporta
unas 700) y por un elevado consumo de huevos (de 4 a 6 al día). Además, excluye
la ingesta de productos lácteos.
Otro
tipo de dietas son las llamadas disociativas, cuya principal teoría es que los
alimentos no engordan por sí mismos, sino al consumirse según determinadas
combinaciones. Así podemos comer lo que queramos, pero no en la misma comida.
En este tipo de dietas podemos mencionar la llamada “Dieta Montignac”, que no
permite la ingesta de hidratos de carbono y proteínas a la vez. Por esto,
alimentos como la leche no tienen cabida.
Por
último, podemos destacar las dietas excluyentes. Se basan esencialmente en
eliminar de la dieta algún nutriente. Tenemos que tener en cuenta que los
nutrientes se definen como aquellas sustancias que el organismo necesita y no
puede sintetizar. Así pues, deben de ser aportados por la dieta y su carencia
puede ocasionar una patología. Entre estas dietas excluyentes destaca la “Dieta
Atkins”, caracterizada por ser una dieta cetogénica. Consiste en reducir al
máximo el consumo de hidratos de carbono, pero sin marcar ninguna limitación
sobre lípidos y proteínas.
Como
ya se ha mencionado, estas dietas pueden tener graves efectos secundarios,
tales como trastornos metabólicos, alteraciones gastrointestinales y
alteraciones circulatorias. Agencias como la AESAN (Asociación Española de Seguridad
Alimentaria y Nutrición) o el GREP-AEDN (Grupo de Revisión, Estudio y
Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas) las desaconsejan
como métodos de adelgazamiento. Así, si de verdad queremos tener buena salud,
tenemos que recurrir a los grandes tópicos: una dieta equilibrada y actividad
física. Esto está muy visto, pero es lo que de verdad funciona.
Imagen tomada de http://www.chistes21.com/chiste/15289_nada-de-dietas
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