Por Irene Aranda Pardos
Desde
hace ya varios años, se ha estudiado lo que se conoce como neuronas espejo (mirror
neurons) a nivel fisiológico, pero también a nivel de cómo pueden afectar a
nuestras acciones y a nuestro comportamiento social. Descubiertas en macacos
por el equipo de Giacomo Rizzolatti en 1996, las neuronas espejo son unas
células neuronales capaces de activarse no solo cuando realizamos ciertos
movimientos, sino también cuando vemos a otros hacerlos, permitiendo explicar
el porqué de algunos comportamientos sociales y humanos.
¿Nunca
os habéis preguntado por qué tenemos la capacidad de imitar lo que otros hacen? Desde que tenemos tan solo unos días de
vida, somos capaces de imitar algunos movimientos, tan simples como sacar la
lengua, cuando lo vemos en otras personas, y así crecemos imitando aquellos
comportamientos que nos rodean día a día.
Pero
parece que esto no se queda solo en el nivel superficial (movimientos, acciones,
hábitos) sino que también se extendería al hecho de sentir lo que otros
sienten, de empatizar. Ejemplo de
ellos son las ganas de reír al ver a otro hacerlo, el sentimiento de dolor al
ver a alguien herido, o el hecho de sentir lo que siente, por ejemplo, el
personaje del libro que estamos leyendo. Por tanto, nos salimos en este caso
del ámbito estrictamente fisiológico y entraríamos en el emocional, mucho más
difícil de comprender y, por lo tanto, de estudiar.
Son
muchas las investigaciones que se están realizando al respecto, ya que el
descubrimiento de estas neuronas llevó al planteamiento de nuevas preguntas
acerca de cómo funcionan, cómo pueden captar la intencionalidad del otro, y no
solo los movimientos; y si podrían estar involucradas, en caso de daño, en
enfermedades con fuertes consecuencias sociales como el autismo. Algunos de
estos estudios sugieren que algunas de las funciones alteradas en el autismo,
podrían estar efectuadas por estas neuronas, lo que se pudo comprobar al ver
que el SNE (Sistema de Neuronas en Espejo) no se activaba correctamente (no
había datos electroencefalográficos) a ver a otras personas realizar actos
motores. De esta manera, el estudio de este sistema podría ayudar a entender
mejor este tipo de trastornos y hacer más fácil la búsqueda de tratamientos.
Se
trata sin duda de un interesante campo de estudio para comprender mejor algunos
aspectos de nuestra sociedad, ya que ciertos patrones y comportamientos son
imitados por todos nosotros día tras día, sea cual sea su finalidad. A fin de
cuentas, ¿a quién no le han “pegado” un bostezo? O, ¿a quién no le han dicho
alguna vez que anda como su padre o que tiene los mismos gestos que su madre?
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