Por Elena Rosa Núñez
Nosotros, los seres
humanos, cuando queremos comunicarnos empleamos principalmente el lenguaje oral
o escrito. Mediante él hemos sido capaces, conforme ha avanzado la técnica, de
comunicarnos con personas que se encuentran en otra ciudad, otro país o,
incluso, otro continente; ya sea por carta, teléfono o un simple whatsapp. Pero
no solo nos comunicamos de forma explícita a través de palabras concretas, sino
también a través de la pintura, la música, el baile y otras formas de lenguaje
no verbal.
Las
abejas, esos seres de los que muchos huyen en cuanto las ven, son capaces de
comunicarse entre ellas de una manera realmente sorprendente. El lenguaje simbólico de las abejas supone
uno de los sistemas más complejos e innovadores de la comunicación, permitiendo
comunicar la situación de los alimentos a través de unas danzas que van
acompañadas de unos sonidos característicos.
Estas danzas pueden ser de dos tipos: Danza de agitación y danza
circular.
Danza circular (izquierda) y de agitación (derecha)
La primera de ellas, la danza de agitación, se realiza cuando
las abejas exploradoras regresan tras haber encontrado un “banquete”. Estas abejas
no regresan solas, sino que vienen con néctar en su estómago o con granos de
polen adheridos a sus patas. Esta danza la realizan sobre la superficie
vertical de la colmena, siguiendo la forma de un ocho y repitiéndola con giros
en el sentido del reloj y en el inverso. Además, acompañando a estos pasos de
baile, emiten de forma intermitente un sonido de baja frecuencia.
Este hallazgo mereció el
premio Nobel de Fisiología y Medicina en
1973 a Karl von Frisch. Esta teoría, sin embargo, fue cuestionada por
Wenner y Wells, considerando que la explicación más sencilla serían los olores.
Para resolver este gran dilema, muchos otros investigadores realizaron nuevos
experimentos. Entre estos experimentos, que demuestran que las abejas son
capaces de comunicar información precisa mediante danzas, destaca la
utilización de una abeja robotizada con alas de metal capaces de vibrar. Al
poner en marcha este experimento, el resto de abejas de la colmena visitaban
lugares de abastecimiento de alimento fuera de la colmena, los cuales nunca
antes habían visitado.
La danza se utiliza
básicamente cuando la comida cercana a la colmena es limitada o la fuente de
alimentación lejana es transitoria. Sin embargo, cuando la fuente de alimentación
es cercana, fácil de alcanzar y tiene una disponibilidad continua, las abejas
utilizan las señales olfativas mencionadas con anterioridad. Así, lo que
parecían en un principio teorías completamente contradictorias son en verdad
complementarias.
Existe, además, la danza circular, una danza más simple
que utilizan las abejas cuando el alimento está cerca de la colmena (menos de
50 metros). En este nuevo baile la abeja exploradora realiza un círculo en
sentido de las agujas del reloj y, tras esto, otro en sentido contrario a las
agujas del reloj, repitiéndolo numerosas veces.
De esta forma, al igual
que nosotros, las temidas abejas también lo hacen a través de la danza, con la
diferencia de que para ellas es su principal lenguaje para asegurar su
subsistencia.
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